domingo, 2 de mayo de 2010

¿Cómo nació la idea del libro Cuidad Rap? Desde una autorreflexión del autor.

Tras publicar mi primera novela (Diario de un anónimo, 2006) comencé a trabajar en una antología de cuentos. Habré hecho unas 40 cuartillas. Ansioso -por nuevamente publicar- le platiqué a un reportero independiente, Alberto Solís, que en ese entonces colaboraba con la revista Milenio. Leyó el mejor cuento que tenía (a mi punto de vista). Su crítica me devastó: “Leí con atención tus textos, encuentro ideas y valor; sin embargo creo que no sólo debe nutrir a la literatura. Aprecio la inquietud de escribir y la valoro, lo que no entiendo es dónde está tu prisa, para qué apresurarte a publicar, lo que escogiste es un arte, algo que se cultiva y es con el tiempo”. Decidí no volver a escribir, al menos hasta que me cultivara lo suficiente. Los cuentos se empolvaron, olvidaron y, posteriormente, murieron. Frustrado por no poder escribir, al menos no éticamente para mi mentor, me cobijé en mi carrera. Sin embargo estudiar filosofía es como aprender el Kamasutra: ya quieres ponerlo en práctica.



Con el tiempo, y una vez que olvidé las palabras de mi gurú, decidí volver a escribir; pero esta vez a escondidas. Se trataba de una novela futurista, cuya trama era la reconstrucción de una nueva -y única nación- a partir de la conspiración global. Hablaba del comportamiento humano y, en especial, de un virus llamado “RexosT1”. Me encontraba escribiendo el segundo capítulo cuando llegó a mi televisor la noticia, en cadena nacional, del virus de la influenza (ah1n1); justo como comenzaba mi novela. Decidí cancelar mis escritos, pues me sentía bombardeado por prejuicios y la idea de que podrían pensar, mis allegados, que carecía de ingenio. Volví, de nuevo, a inmiscuirme más en mi carrera; intentando olvidar mis perversas ganas de escribir.



En las vacaciones escolares de invierno 2008, en un intento de canalizar mi locura y con las ganancias de mi primer libro, decido poner una cafetería: “La pequeña cuba”. En esta aventura me acompañó mi novia, quien, además de estudiar Derecho, se dedicó a la repostería. La cafetería sirvió de refugio para seguir realizando experimentos; como el dar clases de matemáticas a niños de secundaria (metiéndoles ética en los problemas a los pinches chamacos). Aquél refugió vio nacer al “Yelmo Colectivo”, donde desempeñé el cargo de Director; asociado con el Serpiente de MAL (Mentez adictaz luciendo)-CREW. Logramos, con apoyo de Cauce Ciudadano (y Avancemos de Ashoka) realizar un disco de Rap profesional titulado: “Margíname” (2009). Si cierro mis ojos vislumbro aquella época con fatiga: escuela, cafetería, Yelmo Colectivo, productor ejecutivo, vocalista de Magnolia Ridaz y maestro de matemáticas.



Un día pasó lo que tenía que pasar. La cafetería cerró y las clases de matemáticas fueron suspendidas; se rompe la amistad con el Serpiente y, extrañamente, con la mitad del MAL-CREW; y, por si fuera poco, mi compadre y grupo musical me dice que Magnolia está a un paso de tronar. Era como si una maldición me acechara. Las vacas flacas se comieron a las gordas y mis hombros conocieron el suelo. Tras perder la batalla decido exiliarme, fugarme a mi pulsión de muerte. Había perdido amigos, dinero y etcétera de cosas. Pero había ganado una frese: “No hay destino, sólo malas decisiones”.



Ciertamente la escuela, y desde luego que la novia, me habían domesticado. Ya no era el mismo de antes. El Rap era cosa del pasado. Nada, sino bueno recuerdos me ataban a él. No sólo me di cuenta yo, sino que por múltiples voces me llegaban rumores: “el Moreno es plástico”. ¿Alguna vez te han dicho plástico? Es una de las ofensas, o verdades, más dolorosas; es como decir: “chinga tu madre por diez al cuadrado” ¿no sé si me explico? Ciertamente seguía haciendo música, pero corriente y sin sentido; bajo el estandarte de: frustración.



Hay dos personas que valoro mucho en el Rap: el Perro Fumador (Magnolia Ridaz) y el Plata Ramírez (NSM625). Un día me acorralaron y atacaron con todo el arsenal del que disponían: cada verdad destrozaba mi narcisismo. Abatido por aquél combate reflexioné sobre cada uno de mis fracasos. Lloré, para qué esconderlo, lloré por la miseria espiritual en la que me encontraba. Como la oveja perdida quería regresar al rebaño del Rap.



Pasaron algunos meses, marzo del 2009, para que regresara al punto en el que había iniciado. Mi cabeza estaba sumergida en distintos proyectos, todos nuevos. Pero aún faltaba algo: escribir. Ciertamente escribía canciones, sin embargo no era suficiente para mí; necesitaba algo más.



No recuerdo con exactitud el día en que surgió la idea de hacer “Ciudad Rap”; supongo que fue en una infecunda noche, de esas que transcurren entre la ansiedad y los documentales japoneses del canal once. La idea consistía en hacer un libro que consiguiera plasmar la vida en el Rap; no lo que era, sino lo se vivía en su exponente más simple. Intoxicado por algunos diálogos Platónicos, descubrí que la única vía posible, para tal hazaña, se encontraba en la confrontación con los distingos agentes del movimiento. Por un momento pensé que podría escribir y, al mismo tiempo, seguir desenvolviéndome en el Rap; es decir: ¡había encontrado lo que buscaba! Desde luego que los primeros en enterarse de mi proyecto fueron el Perro y Plata Ramírez, quienes, después de todo, me exhortaron e incluso exteriorizaron su apoyo.



La plantación del libro fue silenciosa. Era necesario centrar cada una de las ideas para, con una especie de protocolo, lograr la meta fijada. Al cabo de un tiempo, en mayo 2009, el anteproyecto estaba culminado: correos, teléfonos y páginas webs de Raperos; cartas donde exponía el proyecto, temarios y cuestionarios; cámara fotográfica, de video y grabadora de voz portátil. Todo estaba listo para emprender la travesía.



Cursaba el sexto semestre de mi carrera cuando decidí mandar el primer bloque de invitaciones (aprox. Siete). El primero en saber del proyecto fue Rekom (STK Producciones), quien conocía desde los diecisiete años y, además, militábamos en el crew 4EK (cuatro elementos klan). Le mandé personalmente la invitación (vía Messenger). Estaba ansioso de saber su respuesta. Él, en cambio, se desconectaba y volvía a conectar del Internet sin responderme; hasta que, finalmente, se fue sin decirme una sola palabra. Ya, como decía, había mandado varias invitaciones por correo por lo que dije para mis adentros: “si este cabrón, que lo conozco, me bateó ¿qué podrán decir los demás?”. Esa noche me fui a la cama con una profunda desilusión. A la mañana siguiente abrí mi correo y -¡oh sorpresa! -tenía la primera respuesta. Se trataba de Bocafloja diciendo: “envíame las preguntas por aquí mismo y te las respondo adjuntando algunas fotos y lo que requieras. Un abrazo. Boca”. Ese mismo día, por la noche, Rekom me daba cita para ir a su estudio (y hogar). Ellos, hoy lo veo con mayor claridad, fueron los maderos que avivaron con gran fuerza la llama del proyecto.



Y como Forrest Gump dice: "…eso es todo lo que tengo para decir sobre eso"

Alan R. Ramírez

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