lunes, 8 de marzo de 2010

Una pequeña oda al cigarro.

Alan R. Ramírez.


(Después de conocer la derrota, de caer abatido por el amor: escribí estas líneas)



Una pequeña oda al cigarro.


Si alguien entendiera mi dolor,
me arrojaría una caricia;
aunque fuese por lastima.





Me sumerjo por el humo más espeso de mi vida. Los doctores dicen que un joven no debe tener tales excesos; yo, como siempre, miro desde la oscuridad. Mamá no quiere verme en ese armario, escondido, besándome con mi humo. Mamá no quiere verme sufrir, por eso vuelo sobre el laberinto a otro lugar con mi amado humo. No quiero que me deje, ya muchos desde niño lo han hecho; quisiera ser un niño, tan sólo un niño. Mamá dice que moriré, pero yo tan sólo quiero ser un niño.


Intento no pelear con mi humo, no quiero que me abandone. Dice que mis dedos lo excitan: aunque solamente son dos quienes lo aprietan. Quisiera ser como él, llorar por un momento y, después, desvanecerme: invisible y en boca de todos.


Un día tuve miedo, y él me obsequió un anillo para calmarme; pero al ser pequeño se atoró en mi uña. Es tan amarillo y hermoso su anillo. Yo sólo le he podido dar mi cuerpo, con el que diariamente se masturba, y, ¡lo vale! Que hermoso es mi anillo.

2 comentarios:

Dévorah KurnikobraX dijo...

Waw chamaco, que lindo texto, super melancólico, pero lindo, sólo por eso, en estos momentos me echaré un cigarro a tu salud ;).

Besos

Balam Wong dijo...

"A veces, en las madrugadas que me encuentran deambulando sin reposo posible, alcanzo a treparme en una voluta de humo y, desde muy arriba, nos miro.

Créanme que lo que se alcanza ver es tan hermoso, que duele mirarlo.

No digo que sea perfecto, ni acabado, ni que carezca de huecos, irregularidades, heridas por cerrar, injusticias por remediar, espacios por liberar.

Pero sin embargo se mueve.

Como si todo lo malo que somos y cargamos, se mezclara con lo bueno que podemos ser y el mundo entero redibujara su geografía y su tiempo se rehiciera con otro calendario.

Vaya, como si otro mundo fuera posible."

Estimada dama de plateada cabellera, dejame sentir tu rabia en mi garganta; ofreceme un segundo de inspiración, una rda bocanada. Permiteme encontrar el camino entre tu sendero intoxicado. Más allá de lo que soy, más allá de lo que ves.

Enamorado estoy de lo que exhalas. No más que ayer, pero no menos que nunca.