miércoles, 25 de agosto de 2010

Mezquinos lloriqueos

Alan R. Ramírez

El niño se encerró en su cuarto y como una bolita de migajón se encapsuló en la nave espacial que tiene bajo su cama. Quería llorar, y para eso tardó una semana planeándolo. Todos los días, en el recreo, escribía las causas por las cuales las personas lloraban, esperando encontrar la adecuada para él: "Papá lloró porque lo dejaron sin trabajo, pero yo nunca he trabajado; mamá lloró porque papá le dio un beso, pero mi papá no me da besos; mi hermana lloró porque ya no habla por teléfono Carlos, pero a mí nunca me llaman los Carlos; Juanito porque su mamá lo golpea, pero mi mamá nunca me pega, ni siquiera tiene tiempo de regañarme; y la televisión es aún más absurda". Cuando cayó en cuenta, cuando terminó por tachar toda su lista, lloró como nadie en el mundo lo había hecho: "¿Es acaso que no soy humano?".

No hay comentarios: