jueves, 6 de diciembre de 2012

El amor se recicla / Alan Rojas Ramírez



Sé de personas que tiran el amor a un cesto de basura; allí, junto a las cáscaras del cítrico y el papel sanitario, por encima de las facturas, envolturas, frascos de vidrio y por debajo de las secas latas de cerveza. Se tira porque ya no sirve. Se tira con certeza. Se tira… se tira porque conservar peligrosa incógnita, no sólo fulmina sentidos, sino que pone en riesgo la vida misma.

Cuánto daño más crearemos a nuestro entorno y sociedad, antes de saber que el término basura nos involuciona; que su mención es ya en sí acultural. Es por demás decirlo: siempre que tengas un cesto llamado “la basura”, “la basura” serás. Por el contrario, “reciclar” resalta la virtud más grande del humano: la multiplicidad del ser.
  
Imagina que dejas de funcionar (basta con pensar en un fracaso) y te depositas en un gran cesto. Te piensas. Qué soy y qué puedo llegar a ser. La botella de vidrio no puede ser una pelota de plástico, pero sí una pelota de cristal cuya estructura la hará única y de función específica o diversa. Sales del cesto. Eres otro y el mismo… te has pensado y reciclado.
  
Así, notarás, que el amor puede tener la misma fortuna de ser acopiada para su reciclaje. Todo des-amor merece un cesto en el que se piense, se dé a sí misma una minuciosa y exhaustiva introspección que la impulse a volver. Lo que sería un error, es colocar al des-amor con el olvido, con el papel sanitario o junto a la decepción y por debajo de la seca lata en una bolsa que seguramente terminará enterrada por miles de bolsas, costales y cerros de heterogeneidad en espera de ser succionada por la homogeneidad milenaria.
  
Si tiras el amor en un cesto de basura, es seguro que no vuelvas a saber de él; sólo te quedará esperar a que otro te ofrezca una porción del amor que posee. Y si aquel tirado amor corre con la suficiente suerte, algún pepenador, individuos discriminados por las papilas gustativas de los comunes, podrá traerlo de vuelta. Pepenador  que hará  eso que en un principio te negaste a realizar: reciclar.  

       
 Alan Rojas Ramírez

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